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"Rosario cose"
A Rosario la conozco de casi toda la vida.
Llevo muchos años trabajando con Segundo, su marido, mi padre me llevaba a hacer visitas de trabajo, lo acompañaba cuando apenas era un crío y conozco a toda la familia de Segundo desde aquella época remota. Al día de hoy seguimos manteniendo una buena relación comercial. Pero si me tengo que quedar con algo de toda esta familia es que son muy buena gente, buenos de verdad. Todos, sin excepción, son campechanos, abiertos y muy educados con cualquiera que entra en sus vidas.
El otro día pasé por Bolaños de Calatrava, iba con tiempo y me puse a charlar con Segundo, estaba sentado a la sombra, reposaba sus años sobre un banco situado a la entrada de su casa; por la calle corría un ligera brisa de verano que hacía más agradable la mañana. Por la ventana observé como Rosario cosía, siempre lo hace, lleva así toda la vida. Cuando paso por allí, me asomo y la observo, por algún motivo que desconozco me gusta mucho hacerlo.
La luz que pasaba esa mañana por la ventana de la habitación dónde cose Rosario era suave, muy dulce para mi forma de entender la fotografía. Mientras nos saludábamos y me preguntaba por mi familia, le comenté si podía sacar mi cámara e intentar hacer algo con ella. No tardó ni un segundo en abrirme la puerta de su casa e invitarme a pasar, en enseñarme ese pequeño rincón repleto de los retales que llenan su vida.
Me gusta hablar con la gente que voy a fotografiar, siempre intento sacar algo más que una simple imagen, procuro que mi cámara, que la fotografía en sí misma pase desapercibida, quede en un segundo o tercer plano. Mientras preparo el equipo con la mayor rapidez posible le pregunto a Rosario por la costura, por sus joyas, esas máquinas de coser que me enseña con devoción, cómo empezó a coser, por qué, cuántos años lleva en esto..., y entonces ya no hay cámara, ni fotógrafo, ni hay nada que nos moleste y desvíe la atención de lo verdaderamente importante. La historia de Rosario es en realidad lo que ahora mismo importa.
Rosario es hija de un herrero de esos de antes, de los herreros auténticos de toda la vida. Me habla un poco de ello, noto que le gusta y no la corto, dejo que siga, tiene buenos recuerdos de su padre, de su infancia y el duro trabajo, de esa fragua a base de carbón, forja, tenazas y golpes de yunque. Luego me habla de ella. Cuando era una niña pequeña, Rosario comenzó a coser en Creaciones Maruchi, iba y venía cada día a la fábrica de confección textil donde las muchachas del pueblo se ganaban la vida y aportaban un pequeño sueldo a la familia. En la fábrica hubo un incendio y desapareció; poco después se trasladó del centro a las afueras del pueblo donde siguen desarrollando sus diseños, sobre todo enfocados a la ropa de baño. Creaciones Maruchi es una empresa moderna que, entre otras cosas, basa su estrategia comercial en una buena relación con los trabajadores a los que facilitan todo lo necesario para que que puedan conciliar de la mejor manera posible su vida personal y familiar con la laboral.
Rosario se casó, tuvo familia, dejó la fábrica para poder atender a los suyos y ahora cose en casa. Me dice que no entiende la vida sin su costura, le encanta esa habitación, la luz, el silencio tan solo roto por el sonido de su vieja Alfa. Yo, todo esto que me cuenta Rosario lo considero Arte con mayúsculas: la soledad, la intimidad del artista, esos momentos tan bellos e íntimos en los que desaparece el tiempo y la vida transcurre en silencio lenta y bonita, la creatividad de cada puntada fluye de una forma preciosa.
Pienso, para mi, que en el desorden ordenado de ese pequeño rincón donde Rosario crea, hay muchas historias de ropajes, telas, trajes, bodas, bautizos, comuniones, eventos de todo tipo, vidas enteras..., si el hilo hablara...
Rosario me dice que le gustaría que alguna de sus hijas cogiera el testigo, que cosiera; pero no, no lo hacen. Quizá alguna nieta, le pregunto, y en ese instante Rosario me sonríe con un poco de pena, se calla, traga saliva, no dice nada y baja la mirada hacia su labor... Es entonces cuando sé que debo disparar mi cámara con amor y respeto, con mucho respeto. Ahí está la fotografía, ahora sé que es su momento.
Es muy probable que si pasas a altas horas de la madrugada por Bolaños de Calatrava en dirección a Almagro te encuentres la luz encendida de la habitación de una maravillosa artista. Es Rosario que cose.
No lo olvides, Rosario cose porque coser le da la vida.
My World Vision:
Retales de una vida.
MoOn
Carlos Infante Luna
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