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Toledo
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"Nacho y la calle Hombre de palo"
Caminaba a primera hora de la mañana por la calle Nuncio Viejo, venía de hacer algunas fotografías por la zona de la plaza de las Tendillas y de los cobertizos. Hacía un buen rato que había dejado atrás la parte del Monasterio de Santa Clara, Santo Domingo El Real y el convento de las Carmelitas. Aunque el sol ya estaba fuera hacía bastante frío. En Toledo, al ser las calles tan estrechas, hay zonas por donde el sol no entra del todo y le cuesta un poco calentar las aceras, la piedra. Cuando encaraba la calle Arco de Palacio para llegar a la catedral me llamó la atención un señor que estaba sentado en la calle de al lado, en la calle Hombre de palo. Observé que leía un libro con verdadera pasión y entusiasmo. Tan solo levantaba la mirada de vez en cuando, bien para saludar a los vecinos o para dar las gracias. A su lado colgaba un letrero "Necesito tu ayuda", también había un par de libros apilados y una especie de cenicero para dejarle algunas monedas, algo de dinero. No había nada mas excepto un silencio sepulcral a esas horas de la mañana de un domingo normal, quizá, tan solo, un domingo mas.
Cruzamos nuestras miradas y me acerqué, le dejé algunas monedas, me presenté y me senté a su lado. Estuve hablando con Nacho, ese es su nombre, un buen rato, mas de una hora larga. Nacho me contó su vida y yo le conté un poco la mía, lo normal, esto es lo que suele pasar cuando te paras a escuchar lo que las calles dicen, cuando las calles hablan... Nacho es navarro, trabajó en Rumasa con Ruiz Mateos y posteriormente en el Banco Bilbao. En aquellos tiempos se quedó en la calle como muchos de sus compañeros y desde entonces ha estado viajando por distintas ciudades de europa central buscándose la vida, decepcionado con la misma y trabajando en todo lo que le salía, en la construcción, en el campo, en la vendimia, etcétera..., hasta que llegó aquí, a Toledo, en el 2012. Cansado de viajar de un lado para otro se quedó. Le quedan tres años para que le den la jubilación y mientras tanto pide ayuda en la calle para poder sobrevivir. Cada día, Nacho come en un albergue, que no es poco, me dice que tiene mucha suerte y duerme en una habitación compartida de un piso en el que convive con mas gente. Como puede va tirando... Hay gente que pasa, me dice Nacho, me preguntan, se interesan por mi estado y me prometen trabajos que nunca llegan. Ya son así casi tres años.
Esa mañana, Nacho me hizo soñar un rato cuando me contó la historia de Giovanni Turriano, "Juanelo", el relojero de Toledo. Juanelo era el relojero de Carlos V y este le encargó un trabajo que luego no le pagó. Juanelo invirtió todo su dinero en construir un sistema de poleas para subir el agua del Tajo a la ciudad de Toledo. Al no pagarle su trabajo se arruinó y construyó el hombre de palo, el primer autómata que existió en la historia. Lo construyó para que pidiera limosna por él y así, Juanelo, no pasara vergüenza ya que en otra época había gozado de una muy buena posición social. La gente de Toledo alucinaba con el hombre de palo. Sobre esta historia o leyenda por supuesto que hay mas versiones y anécdotas pero esta es a grandes rasgos la historia que Nacho me contó esa mañana a mi y con la que soñé un buen rato.
Me he hecho muy amigo de Nacho, tengo su teléfono y hablamos de vez en cuando...
Ahora, cada mañana cuando me levanto y me acuerdo de él, me pregunto muchas cosas..., la cabeza me da demasiadas vueltas. Me pregunto como le irá, como habrá dormido, que habrá comido. Me lo imagino sentado junto a la farmacia González Clemente con sus libros, leyendo, contando historias a la gente, a los niños, saludando a los amigos, a los vecinos.
Me pregunto si serán coincidencias de la vida o coincidencias de distintas épocas..., no lo sé..., en cualquier caso siento un gran respeto por los hombres de palo de los siglos pasados y también, como no, por los hombres de palo del siglo XXI...
My W.Vision: Hombres de palo...
Un abrazo, Nacho, amigo.
Carlos Infante Luna.
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