domingo, 4 de marzo de 2018

My World Vision-AroundTheWorld Cuba, ya tú sabes... COOL PEOPLE "Tomás y Graciela" Carlos Infante Luna



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Cuba, ya tú sabes...

-COOL PEOPLE-

"Tomás y Graciela"


Ese día me levanté muy temprano, mas o menos serían las cinco de la mañana, para coger la guagua que pasaba sobre las seis por un apeadero situado en un barrio al norte de San José de las Lajas y que se encontraba totalmente a oscuras, justo al lado de un de un jardín donde dormitaban militares, chavales muy jóvenes, que estaban haciendo hora para ir al servicio militar, siempre obligatorio en la isla. Mi intención era llegar hasta Santa Cruz del Norte con unos amigos cubanos para que me mostraran esa zona de Cuba bañada por el Océano Atlántico y por donde el huracán Irma seguía haciendo estragos.
En la guagua..., música latina a un volumen mas bien alto, daba igual la hora, no importaba demasiado que fuera muy temprano, Cuba es eso, música por todos lados. El viaje se hizo muy agradable tanto por el paisaje como por los ciudadanos cubanos que se iban subiendo y bajando por los pueblos que pasábamos. Íbamos muy apretados pero cómodos, uno se acostumbra a todo rápidamente, charlábamos sin parar de cosas que se nos iban ocurriendo sobre la marcha a nuestro paso por los distintos lugares del trayecto, aunque los silencios, unas veces por el paisaje y otras por la música, se hacían totalmente imprescindibles y necesarios.
Tapaste, Jaruco, San Antonio de Río Blanco..., lugares de paso, todos con un encanto único y especial, con esa magia que desprende el pueblo cubano.
En Santa Cruz del Norte hicimos un pequeño recorrido por sus calles para disfrutarlo un poco y tomar algo, saludamos a unos cuantos amigos y caminamos por la Vía Blanca unos cuantos kilómetros hasta que llegamos a la playa de Rotilla donde nos quitamos el calor, el cansancio del viaje y el madrugón con un buen baño, un chapuzón en un Océano Atlántico cálido y devastado por el "Irma", la playa estaba totalmente destrozada, es increíble lo que puede hacer un huracán, la fuerza de la naturaleza. Aún así, disfrutamos del baño, del contraste del paisaje y de unos amigos pescadores que hicimos en ese lugar arrasado.
En un momento dado me escapé de mis compañeros y me fui a hacer algunas fotografías por los alrededores cuando de repente oí a lo lejos el sonido de una motocicleta antigua, era una vieja Minsk soviética, en ella viajaban dos personas, un señor de mediana edad y una señora muy mayor (95 años). Cuando llegaron ayudé a Graciela a bajarse de la moto mientras Tomás paraba esa vieja reliquia que tenía un sonido de motor delicioso, realmente auténtico. Hablamos de motos, la conversación se fue alargando y derivando hacia otros temas. Tomás me comentó que cada día llevaba a su "mamá" a la playa de Rotilla, ahora Graciela se encontraba enferma y me comentó que siempre le había gustado mucho el mar, ese lugar, de pequeños, sus padres, siempre los llevaban allí, pasaban todo el día, llevaban de todo un poco y comían en familia los fines de semana. Su padre había fallecido hacía poco tiempo y Tomás había dejado todo, absolutamente todo, para cuidar de Graciela, su "mamá", como él la llama siempre y como a mi me encantaba escucharle pronunciar, con ese sonido lleno de amor que salía de su boca al pronunciarlo, con ese acento cubano tan cariñoso que me ablandaba el corazón cada vez que lo escuchaba. Tomás es un buen tipo, un buen hijo.
Los dejé a su rollo y los observé, no paré de hacerlo, se me olvidó por completo donde estaba yo en esos momentos, podría ser cualquier lugar del mundo, daba igual, ahora era su historia, eran ellos los que acaparaban toda mi atención, disparé mi cámara y enmudecí del todo, tragué saliva y seguí alimentándome de una historia de amor hermosa, muy hermosa, una historia preciosa.


Fotografía: 

Después de sentar a Graciela en una roca, en su roca, y acomodarle los pies con cuidado en una piedra más pequeña, Tomás coge agua del mar en una lata de "Tú Cola" (la Coca Cola cubana), la vierte sobre los pies de su "mamá" y se los masajea con una dulzura y un cariño fuera de lo normal. Graciela mira al mar, pierde la mirada en el horizonte y también observa a su hijo, de vez en cuando se incorpora un poquito y le acaricia la cabeza. Tomás la mira y le sonríe.

Y yo..., yo le doy gracias a la vida por estos momentos, por encontrarme con gente así, por la fotografía, por la vida en sí misma, por el camino... 
Da igual el destino.


Para mis amigos Graciela y Tomás. Gracias por ayudarme a ver estas cosas tan bellas que tiene la vida.





My World Vision: Mi mamá.





                                                                                               Carlos Infante Luna.

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